domingo, 20 de enero de 2008

DIVAN DEL TAMARIT de F. G. LORCA


UNA POESIA OCULTA, A LA VISTA DE TODOS

Escrito por Clisador.

Uno de los tesoros ocultos de la Alhambra es la poesía que decora, tallada sobre yeso, muchas de sus salas. Escrita para el deleite, para ensalzar al sultán y alabar a Alá, esta poesía vibra, escondida “entre yeso y jazmines”, tras la belleza de sus formas de y los complejos atauriques que la adornan. La obra literaria de Federico García Lorca ha logrado, en pocos años después de su muerte, un alcance universal. Sus obras de teatro, su poesía, sus conferencias, cartas, prosas e incluso algunos detalles de su vidad privada son de dominio público. Sin embargo hay un libro que parece haber permanecido al margen de ese "lorquismo" superficial ; un pequeño libro que, como la poesía epigráfica de la Alhambra, permanece semioculto a la vista de todo el mundo.


Diván del Tamarit” es una obra llena de oscuras imágenes, luminosas intuiciones, de símbolos y elementos que se van repitiendo convirtiéndola en algo cerrado y con un lenguaje casi hermético. Un pequeño mundo creado por Lorca a imagen y semejanza de sus sentimientos, visiones, sufrimientos, etc. Una recreación íntima de Granada. Granada: aquella ciudad a la que tanto amó por cuanto significó y por cuanto subyacía en ella (“Granada es agua oculta que llora”); y aquella ciudad a la que odió por sus aburguesados convencionalismos sociales, religiosos y morales que le oprimían no sólo por su condición de intelectual, poeta, homosexual, defensor del pueblo sencillo, de los marginados (gitanos, negros americanos, moros...) sino porque que aplastaba a un pueblo necesitado de poesía y de cultura. (lo que le llevó a impulsar y dirigir “la Barraca” considerada por él su “gran obra”, encontrando la enemistad de una derecha fascista creciente también en Alemania e Italia con cuyas acciones “estos campos se van a llenar de muertos” ).

DIVAN: la palabra
A nuestro poeta de Granada siempre le atrajo la poesía de aquellos otros poetas arábigo-andaluces que cantaron al amor, a la belleza y a la vida en al-Andalus. Conoció la obra de algunos de ellos a través de las traducciones del gran arabista, fundador de la Escuela de Estudios Árabes (hoy en la Cuesta del Chapiz), Emilio García Gómez. Gracias a su amigo García Gómez , Lorca habría tenido acceso a esa poesía cuya edición, la más lujosa del mundo, es el yeso de las paredes de las estancias de la Alhambra. Lorca quiso homenajear a sus paisanos poetas de “Garnata” con este diwán, este conjunto de poemas agrupados bajo nombres de géneros de la poesía árabe como Gacelas y Casidas, que, más allá de una imitación en las formas o estructuras, son la voz viva del poeta.

TAMARIT: el lugar
El Tamarit, que en árabe significa “abundante en dátiles”, era el nombre de la finca de unos vecinos, cercana a la que tenían sus padres a las afueras de Granada. Allí, en su Huerta de San Vicente, Lorca y su familia solían pasar los veranos. Como un carmen del Albaicín (“cal, mirto y surtidor”) o como la misma Alhambra, la Huerta de San Vicente era un paraíso particular, un jardín para el amor donde “los niños están para alegría nuestra” (sus sobrinos, hijos de los vecinos etc..) y donde había tanto jazmín y galán de noche que en las sobremesas familiares, bajo la noche andaluza, les daba a todos “un lírico dolor de cabeza”. Vemos así que desde los pequeños detalles de su vida cotidiana y hasta sus grandes dramas vitales, todo entra a formar parte de esa “atmósfera poética” en la que nadie, “ni yo mismo”, sabe lo que está pasando.


DIVAN DEL TAMARIT: la obra
El Diván fue escrito en los últimos años de la vida de Lorca (su primera lectura en público fue a finales de 1934) y no lo llegó a ver publicado. Tras su triunfal “Romancero gitano” criticado duramente por Buñuel y por su añorado y perdido Dalí;tras sus experiencias con el surrealismo; tras asistir al caos de Nueva York; después de la acogida fraternal de Cuba donde el poeta comenzó a vivir con libertad y alegría su condición sexual; paralelamente al éxito internacional de “Bodas de sangre” que arrasó en Buenos Aires, y que se representó en Nueva York traducida el inglés; mientras lloraba a su amigo Ignacio Sánchez Mejías; mientras preparaba su polémica obra teatral “Yerma” (drama rural sobre la esterilidad que le colocó frente a la derecha machista y rancia de España); mientras se metía en el barro y abandonaba “las azucenas para ayudar a los que buscan las azucenas” ; mientras se convertía en poeta del pueblo recorriendo España con la Barraca y declaraba que el ser de Granada le hacía identificarse con los oprimidos que “no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega” ; en todo esta actividad frenética surge “Diván del Tamarit” : un librito que no era ni gitano, ni surrealista, ni social, ni antiguo, ni vanguardista sino que bebía de todo aquello y que era, sobre todo, profundamente lorquiano.
Con un lenguaje a veces hermano del “Llanto” y de los “Sonetos del amor oscuro” en este diván, de un “granadismo delirante”, brillan imágenes sorprendentes de un Lorca obsesionado por el amor sentido como algo que lleva a la frustración y cuyo fin infructuoso nos remite a su otra trágica intuición: la muerte. Lorca decía que el poeta era un médium y él mismo, a veces, tuvo experiencias fuera de lo normal. Como escribió en un poema de “Poeta en Nueva York” : "porque yo no soy un hombre, ni un árbol, ni una hoja, pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado. "

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