sábado, 20 de septiembre de 2008

... LORCA, GARZON y UNOS VERSOS......

En estos últimos tiempos se habla mucho sobre la memoria histórica, los asesinatos durante la guerra civil y la recuperación de los restos de los fusilados. Federico García Lorca quizá sea el símbolo y el aglutinador de todas aquellas muertes. Fue asesinado al amanecer, cuando aún cantaban los grillos, en la carretera de Víznar, junto a la fuente que los musulmanes del siglo XII llamaron Ainadamar (fuente de las lágrimas.)


Junto a él fueron asesinados sus tres compañeros de infortunio: dos banderilleros y un maestro cojo. La familia de éste último, Dióscoro Galindo, ha solicitado que se desentirren sus restos mortales, lo que implicará también encontrar los restos de Lorca. La familia de Lorca no admite que esto suceda, y el caso está en manos del juez Baltasar Garzón. No se sabe a ciencia cierta donde fueron los asesinatos ni donde reposan los restos del poeta, hay una leyenda que dice que la familia Lorca lo desenterró tras la guerra y que descansa en la Huerta de San Vicente, en Granada.



De todas formas, y sin tomar posición sobre qué se debería hacer con los restos del poeta, he recordado unos versos que él escribió para su libro póstumo “Poeta en Nueva York” en la “Fábula y rueda de los tres amigos”. Escalofriantes coincidencias.

“Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias.
Abrieron los toneles y los armarios,
Destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados.”

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